David Otero llena de música y solidaridad los Torreones de Cartes
El artista llenó los medievales Torreones de buen ambiente, buena música y solidaridad, en un concierto solidario a favor de Rosa Navidad
El pasado sábado, puntual en horario, arrancaba en los Torreones de Cartes el concierto solidario que, de la mano de la asociación “Rosa Navidad”, ofreció David Otero en la villa medieval. El artista, que había colgado el día anterior el cartel de “sin entradas”, se mostró en todo momento entregado y cercano al público que llenaba el recinto acotado para el evento.
El artista madrileño encadenó, durante la hora y cuarenta minutos que duró el concierto, temas de su pasada época en “El Canto del Loco” y canciones propias de su época en solitario. Letrista, cantante, bajista y guitarrista se ha formado con ahínco para disfrutar de lo que le gusta y sin pensar en llenar estadios. Porque como él mismo dijo, “cuando los artistas pierden la intimidad y piensan en el negocio, se les va la magia”. Y así lo hizo, llenó los medievales Torreones de buen ambiente, buena música y solidaridad.
Lorenzo y Manuel Berrazueta, de la Asociación Rosa Navidad, expresaron su “satisfacción por el éxito cosechado al haberse vendido todas las entradas, lo que, sin duda, supondrá una importante donación de fondos para la investigación y prevención contra el cáncer”. Asimismo, mostraron su agradecimiento al Ayuntamiento de Cartes por “el despliegue de medios técnicos y humanos para la realización del concierto, en un marco tan icónico del municipio cartiego”.
Por su parte, Agustín Molleda, alcalde de Cartes, quiso agradecer “al público presente su solidaridad y gran acogida del evento que redundará en fondos muy necesarios para la investigación” y, además, también tuvo buenas palabras para Rosa Navidad a quienes expresó “el agradecimiento por confiar nuevamente en Cartes para desarrollar su actividad benéfica”.
Destacar que, al finalizar el concierto, durante casi una hora, David Otero recibió a todas aquellas personas que lo quisieron saludar y tomarse una fotografía con él, contentando aún más a todos los asistentes y dejando, si cabe, un mejor sabor de boca a los que se acercaron hasta su camerino