El partido cantabrista ha mapeado los negocios adscritos observando que no hay presencia de ningún comercio de Cueto, Monte, San Román, La Albericia, el Alisal o Cazoña. De hecho, de los 50 participantes en la campaña, solo 7 se alejan del eje San Fernando-Castelar.

La agrupación municipal de Cantabristas Santander ha criticado que el Ayuntamiento de Santander “se haya olvidado de los barrios y pueblos” en su campaña promocional del comercio local “Damos la cara”.

Tras un mapeo de los negocios adscritos realizado por el partido cantabrista, se puede observar que no hay presencia de ningún comercio de Cueto, Monte, San Román, la Albericia o Cazoña.

De hecho, de los 50 participantes en la campaña, solo 7 se alejan del eje San Fernando-Castelar, a pesar de que en el pliego de concesión se explicitaba que debía ser una campaña publicitaria para toda Santander. Según Manuel Núñez, candidato cantabrista al Ayuntamiento, esto es “un reflejo de la mirada del equipo de gobierno del PP, centrada exclusivamente en la zona céntrica de la ciudad, olvidando, como de costumbre, los barrios y pueblos del municipio”.

Aunque Núñez reconoce celebrar cualquier iniciativa que favorezca la revitalización del comercio local de Santander, considera que el Ayuntamiento no puede dejar de lado el tejido municipal de pequeños negocios y empresas locales que no están ubicadas en la zona centro.

En su opinión, esta campaña demuestra “lo poco que le importa a Gema Igual apostar por una ciudad que vaya más allá del escaparate turístico del frente marítimo y la zona centro”. Frente a esta visión, Cantabristas defiende poner el foco en “los grandes olvidados de la gestión municipal en las últimas décadas”, refiriéndose a Peñacastillo, Cueto, Monte, San Román y los barrios más periféricos de la ciudad.

Además, desde Cantabristas Santander han denunciado que el criterio que el Ayuntamiento dice haber seguido para seleccionar los negocios participantes en la campaña “Damos la cara” (por orden de inscripción) es “completamente absurdo”.

Núñez plantea que un método tan arbitrario no es propio de una campaña publicitaria de tal magnitud y que debería haberse optado por elaborar una fórmula que, por ejemplo, a partir de los códigos postales o las secciones censales, fijara una serie de cuotas para garantizar que los negocios de todo Santander obtenían representación en esta campaña.